Es imposible pensar en una nación próspera sin considerar la tecnología como uno de sus principales motores de desarrollo. A medida que presenciamos el avance de nuevas tecnologías, necesitamos tener claridad sobre la importancia de poner en la agenda la inversión en innovación como uno de los pilares clave para la promoción del crecimiento económico y social de un país.
En 2022, Brasil pasa por otro proceso electoral, eligiendo líderes en los Ejecutivos estatales, así como al presidente de la República, miembros del Congreso y asambleas legislativas. En este nuevo escenario —e independientemente de quiénes sean los elegidos—, necesitamos trabajar con la visión de la industria de la tecnología y del ecosistema de investigación y desarrollo como estratégicos y esenciales para el futuro de la nación.
El amplio apoyo a estas áreas no es fundamental solo para la gestión eficiente de entidades públicas y privadas, sino, sobre todo, para impulsar el bienestar de una sociedad avanzada. Los principales agentes públicos, especialmente de las esferas más altas del poder Ejecutivo y Legislativo, deben tener como punto central el compromiso con el avance de la agenda de tecnología e innovación en el país —priorizando políticas a mediano y largo plazo.
En los últimos años, especialmente durante el período de pandemia, vimos cuán fundamental fue la tecnología para asegurar la continuidad de las actividades básicas —tanto de organismos públicos como privados. La llamada transformación digital alcanzó niveles nunca vistos. Por ejemplo, desde 2020, la tecnología desempeñó un papel esencial para posibilitar la inclusión de servicios financieros y sociales básicos para la población. Ejemplos de esto son la concesión del Auxilio de Emergencia, con el pago del beneficio totalmente digital; la implementación de Pix, el sistema de pagos instantáneos del Banco Central; y, más recientemente, el Decreto nº 10.977/2022, que estipuló la nueva cédula de identidad —llamada Cédula de Identidad Nacional (CIN)—, que se está implementando gradualmente en todas las unidades de la Federación.
Brasil tiene un historial de adopción de tecnología para automatizar procesos y agilizar servicios de atención a la población —estando a la vanguardia incluso de países maduros como Estados Unidos. Sin embargo, todavía hay muchos desafíos que impiden que el sector avance aún más. La búsqueda de la eficiencia soportada por la tecnología, mejorando los servicios al ciudadano, debe ser constante. Una serie de medidas todavía puede mejorarse.
Por ejemplo, en la salud pública, con la programación de citas y la telemedicina a distancia; en la gestión urbana, con mejoras en la ingeniería del tráfico en las grandes metrópolis; y en la interacción con la población, con menos burocracia en la atención en organismos públicos. Esto sin contar la seguridad pública, que ya está pasando por cambios, con mayor monitoreo de los espacios públicos mediante cámaras que utilizan visión por computadora y análisis de datos. Todo esto progresará con el uso de tecnología e innovación.
Ya sea por cuestiones de competitividad, de regulación, de capacitación e inversión en educación, Brasil tiene el desafío de prestar aún más atención a puntos sensibles que impactan su desarrollo en esta área. Uno de estos es la inclusión y formación de profesionales en tecnología. Datos del Informe Sectorial 2021 (íntegra – 4MB), de Brasscom, señalan que el país podría crear una demanda de casi 800 mil profesionales de TI para 2025. Sin embargo, todavía existe un déficit anual en la formación de estos talentos del orden de 106 mil personas, por lo que es necesario replantear cómo ampliar este ritmo de cualificación.
Para avanzar aún más en la agenda de tecnología e innovación, necesitamos construir un proyecto de nación centrado en oportunidades de transformación digital para la población, creando empleos tecnológicos desde cualquier lugar y con mejor remuneración, con vista a la economía digital. La nueva realidad nos ha mostrado que el joven profesional de tecnología ya no necesita estar en los grandes centros urbanos para buscar una posición de alta cualificación en el sector.
Hay que pensar que la esfera gubernamental debe encarar este desafío como una oportunidad a largo plazo. Los avances de nuevas herramientas tecnológicas como agentes promotores de innovación, como el 5G de redes móviles y la computación en la nube, serán fundamentales para sustentar una nueva fase de crecimiento en tecnología en el mundo. Y Brasil no puede perder esta oportunidad.
Los próximos gobernantes y legisladores, a partir de 2023, necesitan ver la tecnología como un medio fundamental para acelerar el desarrollo de nuestro país —mejorando la calidad de vida de los ciudadanos y ofreciendo oportunidades de manera justa, equitativa y conectada. Estamos ante un nuevo contexto que comienza ahora y puede traer décadas de acelerado desarrollo. Está en nuestras manos que la década de 2020 no sea otra década perdida.
Fuente: Poder360